Mucho me alegró el día de hoy darme cuenta de que aún existe gente honrada en el mundo. Gente que es consciente de lo mucho que cuesta ganarse las cosas y que se preocupa por los demás.
Pero, ¿cómo me di cuenta de eso? pues resulta que uno de mis amigos me invitó a comer una nieve, así que fuimos a la nevería y me comí una sacrilegiosa nieve de chocolate (oh sí, era sacrilegiosa además de antidepresiva, cosa que necesitaba bastante) y después de eso regresamos al conservatorio, yo a mi clase de clarinete y él a una junta que tenía; llegamos al conser y entramos, pero un rato después me percaté de que había dejado el clarinete en el carro, así que fui a buscar a mi amigo de nuevo para decirle que lo había olvidado y juntos nos dirigimos al estacionamiento para ir por él. Antes de salir me alcanzó la secretaria, a quien le vendí un par de zapatos y como buena cliente fue a pagarme, sin embargo cuando iba a guardar el dinero noté que mi cartera no estaba en la mochila... pensé que tal vez se había caído en el carro, se lo dije a mi amigo y al llegar por mi clarinete buscamos mi cartera en el carro, pero no la encontramos... me pidió que buscara de nuevo en mi mochila, yo vacié todo su contenido y la cartera definitivamente no estaba, fue entonces cuando me preocupé.
¿En dónde podría haberla dejado? cuando compramos la nieve aún la tenía conmigo, así que era muy probable que la hubiera olvidado en la nevería. ¿Quieres que vayamos a buscar? me preguntó, ¡pues sí! y nos lanzamos a la nevería, yo ya estaba más preocupada que antes, seguramente alguien la habría encontrado ya y quién sabe si ese alguien la devolvería... ya estaba pensando en qué hacer para recuperar mi dinero, y aunado eso a todo lo que ya me había pasado en el día, la verdad estaba segura de que en cualquier momento iba a llegar un perro a orinarme.
Llegamos a la nevería, nos bajamos y el fue a preguntarle a la cajera si alguien se había encontrado una cartera, ¡y ella le contestó que sí!, ahí estaba mi cartera, con todo su contenido intacto; quien la encontró ni siquiera se llevó el dinero, sino que tal y como la encontró la entregó por si alguien volvía a reclamarla. No tienen idea del alivio que sentí, de verdad que ojalá que Dios bendiga a esa persona tan considerada que decidió entregar mi cartera, sea quien haya sido se lo agradezco con el corazón.
Y por supuesto también agradezco a mi amigo por haberme llevado a buscarla, y por haberme aguantado toda la tarde sumida en mi depresión, y esque ya dijo el veterinario que mi gata no se va a curar, lo cual me puso muy triste... pero algo bueno tenía que suceder en mi día tan sombrío, y por eso no me cansaré de agradecer a quien encontró mi cartera y decidió devolverla.
Pero, ¿cómo me di cuenta de eso? pues resulta que uno de mis amigos me invitó a comer una nieve, así que fuimos a la nevería y me comí una sacrilegiosa nieve de chocolate (oh sí, era sacrilegiosa además de antidepresiva, cosa que necesitaba bastante) y después de eso regresamos al conservatorio, yo a mi clase de clarinete y él a una junta que tenía; llegamos al conser y entramos, pero un rato después me percaté de que había dejado el clarinete en el carro, así que fui a buscar a mi amigo de nuevo para decirle que lo había olvidado y juntos nos dirigimos al estacionamiento para ir por él. Antes de salir me alcanzó la secretaria, a quien le vendí un par de zapatos y como buena cliente fue a pagarme, sin embargo cuando iba a guardar el dinero noté que mi cartera no estaba en la mochila... pensé que tal vez se había caído en el carro, se lo dije a mi amigo y al llegar por mi clarinete buscamos mi cartera en el carro, pero no la encontramos... me pidió que buscara de nuevo en mi mochila, yo vacié todo su contenido y la cartera definitivamente no estaba, fue entonces cuando me preocupé.
¿En dónde podría haberla dejado? cuando compramos la nieve aún la tenía conmigo, así que era muy probable que la hubiera olvidado en la nevería. ¿Quieres que vayamos a buscar? me preguntó, ¡pues sí! y nos lanzamos a la nevería, yo ya estaba más preocupada que antes, seguramente alguien la habría encontrado ya y quién sabe si ese alguien la devolvería... ya estaba pensando en qué hacer para recuperar mi dinero, y aunado eso a todo lo que ya me había pasado en el día, la verdad estaba segura de que en cualquier momento iba a llegar un perro a orinarme.
Llegamos a la nevería, nos bajamos y el fue a preguntarle a la cajera si alguien se había encontrado una cartera, ¡y ella le contestó que sí!, ahí estaba mi cartera, con todo su contenido intacto; quien la encontró ni siquiera se llevó el dinero, sino que tal y como la encontró la entregó por si alguien volvía a reclamarla. No tienen idea del alivio que sentí, de verdad que ojalá que Dios bendiga a esa persona tan considerada que decidió entregar mi cartera, sea quien haya sido se lo agradezco con el corazón.
Y por supuesto también agradezco a mi amigo por haberme llevado a buscarla, y por haberme aguantado toda la tarde sumida en mi depresión, y esque ya dijo el veterinario que mi gata no se va a curar, lo cual me puso muy triste... pero algo bueno tenía que suceder en mi día tan sombrío, y por eso no me cansaré de agradecer a quien encontró mi cartera y decidió devolverla.
3 comentarios:
hay que padre, como quisiera que una de mis carteras hubiera vuelto alguna vez....pero no, todas pasaron a ser propiedad de alguien, con todo y la no lana que tenía.....y desde entonces no tengo licencia de conducir..... :P lol
Suertuda que te la devolvieron
Todavía hay gente así! El secreto está en ser así cuando se nos presenta la oportunidad...
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